martes, 26 de julio de 2011

LOS ENTERRADORES DEL 15 M FRACASAN OTRA VEZ



Otro éxito de los indignados: han sido capaces de convocar a miles de personas en Madrid en pleno julio y en mitad de un puente. Las sorprendentes imágenes de la Puerta del Sol, llena otra vez, demuestran la buena salud del 15-M para desgracia de los numerosos enterradores que, cada pocos días, certifican su defunción. Primero dijeron que este movimiento terminaría después de las municipales. Después aseguraron que la protesta acabaría con el fin de las acampadas. Más tarde pronosticaron que moriría con los anécdóticos episodios violentos de Barcelona. Y, por último, dijeron que los indignados serían derrotados por el general verano, que agostaría las movilizaciones. Ninguno de estas profecías se ha cumplido, así que sólo quedan dos opciones: o los expertos en la fecha de caducidad del cabreo ciudadano son muy malos, o –más improbable– ayer se manifestaron por Madrid miles de zombis.
Pero el mayor error de los enterradores del 15-M está en creer que estas protestas pueden terminar sin que antes se hayan resuelto las causas que provocaron su nacimiento. No va a suceder, por mucho que se dinamite su imagen en los medios. Incluso si el 15-M acaba desprestigiado y pierde ese apoyo social del que hoy disfruta, otro movimiento nacerá en su lugar.
Es sencillo de explicar: mientras los problemas sigan, las protestas continuarán. A este ecuación se suma otro factor, que multiplica los efectos de estas movilizaciones: la sensación de que se pueden cambiar las cosas. Tal vez sea ingenuidad de un movimiento que, en ocasiones, peca de adanista y cree que la historia empezó el 15-M. Con todo, prefiero esa ilusión a la resignación. El camino hacia cualquier victoria pasa siempre por no querer rendirse.
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