martes, 25 de septiembre de 2012

25S


Víctor SampedroCatedrático de Opinión Pública y Comunicación Política en la Universidad Rey Juan Carlos
Apenas nadie parece haberse dado cuenta. Esperan a poder contabilizar manifestantes. Unos para relatar la épica de la desobediencia civil y otros para alabar como éxito el amedrentamiento y la represión que se vienen aplicando. Ojalá seamos muchos, muchísimas en las calles. Pero me temo que nunca bastaremos.
Unos dirán que éramos decenas de miles y otros que, apenas unos centenares. Los primeros cantarán victoria por los “desbordamientos” de la multitud y los segundos por la siempre ejemplar contención de la policía.
Me temo que nadie agradecerá a la Plataforma ¡En Pie! y a la Coordinadora del 25S sus enormes logros. Los han conseguido y brindado a toda la sociedad, como corresponde a un movimiento social en toda regla. Señalo siete y me quedo corto.
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(5) Gracias, una vez más, por haber abierto la convocatoria y haber reformulado los lemas y la estrategia para hacerlos más inclusivos. De “tomar” el Congreso se pasó a “ocuparlo” y de ahí a “rodearlo” y, por fin, a “rescatarlo”. Ni hacerse con el poder, ni ocuparlo temporalmente, ni someterlo siquiera a un ultimátum. “Rescatarlos”: a ellos, a los parlamentarios que ocupan sus escaños presos de la disciplina de partido y de los Consejos de Administración. El proceso constituyente se ha iniciado en forma de “cumbres sociales” de sindicatos, “congresos” de partidos o surgimiento de plataformas, posibles embriones de Siryza en los próximos comicios autonómicos. Representantes de partidos y sedes parlamentarias acudirán a las concentraciones. Jueces por la Democracia, semillero de ministros y hasta de una vicepresidenta, ha salido en favor de los manifestantes. Hacen faltan más auto-inculpaciones y más equipos jurídicos de partidos y sindicatos, en reciprocidad con el apoyo que han recibido del 15M, para que la democracia viral pase de la calle a las instituciones
(6) Gracias porque el diálogo y la movilización con base digital han abierto el código democrático otra vez. El anonimato inicial de la convocatoria, por miedo a la represión, y los recelos que despertaba se han superado poniéndole mil voces y presentando otras tantas caras. Así ha resultado más plural e incluyente. El centralismo se ha eliminado multiplicando las sedes políticas a “rescatar”, al sumar parlamentos autonómicos y ayuntamientos. La retórica ha pasado de una “batalla final” a iniciar un proceso de cambio estructural. No por imparable será rápido. Les tomó muchos años arrebatarnos la democracia. Nos llevará también muchos recuperarla y reinventarla.
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Ojalá seamos muchos, muchísimas quienes acompañemos el 25S. Conste que cualquiera que sea nuestro número, acudiremos porque hemos recuperado la protesta pacífica como derecho cívico que se ejerce y que obtiene reconocimiento (no permiso) administrativo. Porque la crítica a la Transición y a la Constitución ya no hacen el juego a la derecha; al contrario, denuncia su uso patrimonialista, casi guerracivilista, del patriotismo constitucional. Porque la reforma constitucional ya no se limitará a procesos federalizantes (la escapada electoral de las elites regionales y la coartada socialdemócrata). El nuevo contrato social deberá recoger la voz de los dos tercios de ciudadanos actuales que no pudieron votar el texto de 1978. Y porque, aunque no se les reconozca cuando cuajen, de todo esto y para entonces habrá nacido una nueva institucionalidad y contaremos con más espacios de auto-organización y autonomía ciudadanas.
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